La mayor extensión de selva se encuentra en el Amazonas, varias millones
de hectáreas conforman su departamento y la destrucción de su gente es
inminente.
Allí se encuentran 62 pueblos indígenas nacionales, el agua es de las más
grandes reservas para Colombia, se dice que su gente y su s recursos naturales
no tienen mucho tiempo de vida.
Los cultivos de coca, la tala de árboles, la apertura de carreteras,
avanzan sin piedad por su territorio, ya se ha acabado con más de 100.000
hectáreas de bosques, desde el aire se observa esos inmenso huecos despoblados
sin vegetación.
Se realizó una encuesta por Ipsos Napoleón Franco a 1.000 personas que habitan en
el departamento del Amazonas con el apoyo de varias fundaciones de protección ambiental del país y del extranjero, con el fin de promover la sostenibilidad y calidad de vida en la región para asumirla como objetivo primario a nivel nacional.
La pregunta fue ¿Qué piensa de la selva, de sus beneficios potenciales y lo valioso del territorio?
Los habitantes expresan un gran sentido de pertenencia por su territorio y desean su protección, pero son demasiado pesimistas por el futuro de ella, desean que el gobierno nacional piense en su gente como los de mayor protección ambiental y los miren con buenos ojos sin deteriorar su existencia como si fueran narcotraficantes.
Hasta este instante, la postura es positiva y optimista. No lo es tanto cuando se le consulta a la gente sobre el futuro de la selva. Nadie está tranquilo. Al 92 por ciento le preocupa la deforestación, la extinción de especies, la falta de agua por la contaminación de los ríos y la variación climática, que amenazan la estabilidad del hábitat.
Aunque los propios ciudadanos dicen que pueden hacer mucho por proteger la selva, piensan que las soluciones deben ser impulsadas estrictamente por el Gobierno y las instituciones ambientales de la región. A pesar de ese voto de confianza hacia el Estado, solo el 7 por ciento cree que los recursos en un futuro van a estar mejor conservados.